Sus caras no suelen salir por televisión; sus partidos internacionales hay que seguirlos por internet; y viven en una especie de ostracismo mediático y popular que no se refleja con la calidad y la cantidad de éxitos que han conseguido para el deporte español. Hablo de los 'júniors de oro' de balonmano, una generación que ha conseguido un hito para esta disciplina y para nuestro país al ganar cuatro medallas en cuatro años entre Europeos y Mundiales, algo que nadie antes había logrado.
Esta bella e exitosa historia deportiva comenzó en 2009 cuando un grupo de chicos de entre 16 y 17 años fueron reclutados por Alberto Suárez, un seleccionador que ha terminado por convertirse en algo más que un simple entrenador. Con el trabajo y la ilusión como lema, el técnico asturiano confeccionó un grupo humano por encima de otros aspectos, en el que la amistad y el compañerismo era la nota predominante. Pero además, llamó a filas a unos chicos que tenían calidad a raudales y un futuro más que prometedor.
Nombres como los de Alex Dujshebaev, Pablo Cacheda, Alejandro Costoya, Carlos Donderis, Dani Argüillas, Pablo Cacheda, Alberto Molina, Joan Amigó, David Chapela, Juan José Fernández, Adrián Nolasco, Víctor Sáez, Pep Reixach, Ferrán Solé, Sebastián Kramarz, Ignacio Plaza y Gonzalo V. Porras, sin olvidar a otros como Aitor Ariño o Carlos Barbero, han dejado de ser un futuro para convertirse en un presente. Hasta hace varios años, la mayoría de ellos tenía que esperar la oportunidad de dar el salto a la Asobal, militando en los filiales o en clubes de División de Honor Plata. Pero con el crítico estado financiero que vive el balonmano español, su protagonismo ha dado un giro de ciento ochenta grados.
Ahora ya son una realidad en la máxima competición contando con muchos minutos, e incluso varios de ellos emigrarán la próxima temporada a otras ligas europeas para seguir creciendo, como es el caso de Alex Dujshebaev y Juanjo Fernández. Esta es la única nota positiva a la crisis económica que sufre este deporte en nuestro país, ya que todos los equipos están contando por fin con la prolífica cantera que posee esta disciplina. Gente joven, buena y barata.
No es una barbaridad decir que estamos ante la mejor generación de jugadores españoles en el balonmano. Los resultados están ahí para corroborarlo, puesto que ninguna otra, ni nacional o extranjera, ha conseguido cuatro galardones de forma consecutiva desde que comenzaron su andadura en etapa de juveniles. Su primer toque de atención lo dieron con la plata en el Europeo sub 18 de Montenegro en 2010. Un año más tarde, lograrían otra medalla de este mismo color en el Mundial sub 19 de Argentina, cerrando esta primera etapa de manera sobresaliente. Pero esta brillante trayectoria continuaría como júniors, obteniendo el mayor éxito de este ciclo, el oro en el Europeo sub 20 de Turquía en 2012.
Una plata para despedirse a lo grande
En este reciente Mundial sub 21 disputado en Bosnia, este increíble grupo de jugadores, pero sobre todo de amigos, cerraba su periplo. Sin embargo, antes de despedirse querían terminar por lo grande, haciendo historia en su último campeonato todos ellos juntos. Ya no eran ni mucho menos los tapados, como ocurrió en los primeros grandes torneos, ahora eran una de las selecciones candidatas al título. Un primer puesto que se escapó ante Suecia, sin lugar a dudas el mejor equipo del Cto. del Mundo, y único rival que fue capaz de derrotar a España en dos ocasiones.
Un oro y tres platas certifican a esta generación denominada con mucho acierto por la Federación Española como 'júniors de oro'. Probablemente va a ser muy complicado o va a pasar mucho tiempo para que otra selección consiga lo que ha hecho la española con jugadores de veinticuatro quilates dentro y fuera de la pista. Ese grupo que tan bien ha trabajado y cuidado el 'padre' Alberto Suárez ha sido la mejor cualidad de esta Selección, que aunque deje de competir como combinado nacional, los jugadores que han formado parte de ella seguirán dando mucho que hablar en el balonmano.
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